Los Niños de Metreox de Gabriel Summers 

«Se reportan 37 niños desaparecidos en Metreox»
Es lo que me muestra el titular de un portal de noticias, en una Tablet que mi madre tiene encendida sobre el mesón de la cocina. ‹‹21 de Abril de 2163›› es la fecha de la noticia. —Es decir, del día de ayer.

Yo soy Jake, tengo catorce años; vivo con mi madre Susan y mis dos hermanas: Sally de trece años y Violet de cuatro. Somos residentes de una de las casas de madera que forma parte de todo el municipio 3, los suburbios de Metreox, una de las siete ciudades que componen Villeone. Mi madre trabaja en la fábrica empaquetadora de manzanas que surten a toda la nación. Somos la única ciudad agricultora y el 100% de las frutas y verduras que se consumen, se siembra aquí.

— ¿Ya casi es la hora de irme a trabajar?  Me dice una despeinada y nerviosa madre. Era como si ocultase algo, era la primera vez que se comportaba de esa manera. Ella se toma un sorbo de té de la taza que sostenía. Se dirige a la sala, donde están mis hermanas viendo dibujos animados en la TV acostadas en el sofá. Ambas son muy unidas, en realidad los tres, pero ellas más, siempre ayudamos a mi madre con la pequeña Violet.
— ¿Ya te vas mami?
—Si Violet, ya me iré, hazle caso a tus hermanos y duérmete temprano.
—Si madre.
Entonces se levanta, abraza a nuestra madre y detrás de ella, Sally. Cuando se acerca a Mí, también me abraza, puedo notar algo diferente en su abrazo. Me apretó muy fuerte, como si fuese su último abrazo. Naturalmente no suele abrazarme tan fuerte, pero ahora lo ha hecho y me ha puesto a pensar (lo sé, soy un poco detallista). Abrió la puerta y se marchó. Yo fui de inmediato a verla por la ventana, la sentí triste, incluso volteo a mirar hacia la casa, respiró hondo y siguió adelante.
— ¡Sally!
— ¿Qué?
—Mamá anda extraña.
— ¿Por qué lo dices?
—la sentí nerviosa, me abrazó como si se estuviese despidiendo y no me dijo: “No te olvides de sacar la basura”, como siempre. Mi hermana soltó una carcajada:
—Creo que estás exagerando, pero si te sirve de consuelo, “No olvides sacar la basura”.
Odio sus burlas, ni siquiera lo dijo como Mamá. Ambas se rieron de mi cuando vieron mi cara de molesto, pero eso no evitó que me abrieran un espacio en el sofá.
 
Había pasado más de una hora desde el momento en que me quedé dormido en el sofá, mis hermanas se habían ido a sus habitaciones. Me levanté pensando en mi madre, pero eso me hizo recordar en que no he sacado la basura. Fui hacia la cocina a buscar la bolsa negra donde se guardaban nuestros desperdicios. La amarré y me fui a la puerta entrando al gran terreno que tengo que pasar para llegar al basurero. El sonido de los grillos siempre me acompañaban, pero hoy no, hoy habría otro sonido adicional. Cuando casi voy llegando al contenedor, escucho el sonido de unas ruedas pisando la tierra, volteo hacia la casa, pero no logro ver nada, sólo sé, que sonido viene cerca de la casa. Arrojé la bolsa al contenedor para darme vuelta, el ruido se detiene; pero se escuchan varios pasos, como si fuesen botas entre la tierra. Me quedo intrigado, buscando el sonido a lo lejos de entre la luces de afuera de la casa y parte de la oscuridad que la rodea. Se detiene el ruido —el gorjeo de los grillos logro escuchar— me dirijo caminando hacia la casa.  el sonido de un vidrio romperse se escucha desde dentro de la casa, empiezo a correr; Sally grita. Veo una gran roca y me agacho para agarrarla. Al entrar, veo salir a alguien con una capa negra y una cabeza de cabra de la cocina. Un pentagrama rojo invertido se le puede ver en el pecho, en su mano izquierda, que era cubierta por guantes negros,  una pistola con dardos tranquilizantes. Dispara de reflejo hacia Mí, pero el dardo da hacia un jarrón que está a unos centímetros de mí, esta se quiebra; volando los pedazos por todos lados.  Lanzo la roca hacia el sujeto y le pega en el pecho.
— ¡JAAAKEEE!
Grita Sally con todas sus fuerzas mientras sale otro Hombre-Cabra de unos de los cuartos  cargando a Violet en su hombro, dormida y con un dardo en el cuello. Por el otro lado, mi hermana golpea a el hombre para que la soltase. Este la empuja y choca su cabeza contra la pared del pasillo antes de caer al suelo. El otro recarga su pistola con otro dardo, yo corriendo salto sobre él y trato de quitarle el arma. Quien carga a la niña busca de salir corriendo por la puerta, mi hermana trata de ayudarme saltando hacia el hombre con el que forcejeo, tumbamos una lámpara con bombillas Hue que estaba en un mesón. Mi compañera corre hacia la cocina mientras el otro tipo desaparece con mi hermanita. —en ese momento, no sabía si salir corriendo detrás del individuo que tenía a Violet o seguir luchando para quitarle la pistola de dardo al sujeto en el que estoy montado. En eso, aparece Sally con un sartén en la mano y lo usa para pegarle en la mano a esta cosa. Se le cae el arma, al momento en el que Sally va tomarlo, entran dos Hombres-Cabra.
— ¡Corre hacia la habitación! Grité mientras yo soltaba al hombre y trataba de hacer lo mismo. Empujé a mi hermana hacia la habitación más cercana, cuando pude entrar, cerré la puerta y coloqué el seguro a la manija. Nos encerramos.
—Tienen a Violet. —dice una Sally preocupada y acelerada.
Estaba muerto de miedo, era la primera vez que los veía, pensé que eran sólo leyendas. Las personas hablaban de ellos en historias para asustar a los niños, pero esto ya no son historias.
—Tenemos que escapar y buscar a mamá, estos tipos nos van a matar. —le dije—.
En ese momento empiezan a tratar de abrir con la manija pero no pueden. Ambos nos ponemos nerviosos, nos miramos.
— ¿Qué hacemos?
—La ventana, salgamos por ahí y corramos hacia la casa de viejo Isaac.
Golpean la puerta, por un momento pensé que la habían abierto. Nos dirigimos hacia la ventana, la abro para dejar salir a Sally, se escucha como si patearan la puerta. Mi compañera pasa, es mi turno. En el momento en el que estoy pasando logran abrir la puerta de una patada. Puedo ver a tres Hombres-Cabra venir hacia mí.
— ¡Corre Jake! grita Sally mientras ya lleva unos metros de distancia.
Cierro la ventada para empezar a correr hacia la casa del vecino en medio de la oscuridad del campo. Cuando estamos más cerca de la casa del viejo Isaac, gritamos:
— ¡Ayuda!  ¡Ayuda!
Al llegar, golpeamos la puerta lo más fuerte que podemos, pero nadie acude a nuestros gritos desesperados. De pronto una camioneta negra, con vidrios ahumados y ruedas esféricas viene hacia nuestra dirección. Son ellos, lo sabía porque nadie en el municipio tiene un auto, sólo las autoridades y los del municipio uno.
— ¡Sr Isaac!  ¡Ayúdenos! —continuamos gritando mientras nuestros cazadores nos alcanzaban, nadie respondía a nuestros gritos.
—Se acercan Jake, ¿Qué hacemos?
No sabía que responderle —yo tampoco tengo idea— necesitábamos de alguien que nos ayude, pero al parecer estábamos solos.
Entonces se enciende la luz  dentro de la casa. —Si había alguien, un poco de alivio vino a mí. Se abre la puerta y se muestra el viejo Isaac, pero antes de que pueda decir algo, un dardo pasa por el medio de nosotros y termina en el cuello del anciano. Este cae al suelo, Sally grita mientras dirijo mi mirada hacia atrás, donde venían los Hombres-cabra con sus armas en la mano. Empujé a mi hermana adentro de la casa y cerré la puerta. Ella trata de despertar a Isaac, pero es inútil. Los sujetos patean la puerta.
— ¿Qué hacemos Jake?
No tenía la más mínima idea, pero recordé que el Viejo Isaac tenía una de esas motocicletas de una rueda en su cochera, sólo teníamos que agarrarla e irnos a la fábrica de manzanas.
— ¡La Pyro! —exclamé.
— ¿Qué cosa?
—La Pyro. El señor Isaac tiene una con la que va al trabajo todas las mañanas.
— ¡Cierto! Pero hay un problema.
— ¿Cuál?
—Somos dos.
Tenía razón, era una motocicleta portátil para una sola persona. No podíamos ir ambos, pero tampoco podríamos hacerlo si se pudiera. Alguien tenía que rescatar a Violet.
—Tenemos que encontrar las llaves. sugiero mientras tengo la mirada hacia la puerta que pateaban los Hombres-Cabra. Ella se puso de inmediato en la búsqueda, igual yo. Empiezo a revisar en la mesita que tiene de frente al televisor de la sala, donde hay un montón de adornos de pirámides y faraones de algo llamado Egipto que existió hace mucho tiempo. Ella en cambio va al pasillo donde se conectaban los cuartos y la cocina. De pronto, dejan de insistir afuera con la puerta, me acerco hacia la ventana y muevo un poco la cortina que la tapa, para ver hacia donde se han ido. Están regresado a la camioneta. Al llegar, comienzan a hablar con un cuarto sujeto que está al volante, uno hace señas hacia la casa. Yo trato de encontrar a mi hermanita entre la puerta que tienen abierta. Uno de ellos abre la maleta, los otros tres siguen conversando algo.  Aparece Sally, con varios juegos de llaves:
— Algunas de estas debe ser.
Vuelvo a mirar por la ventana y veo al que revisa en la maleta, sacar un hacha.
—La Pyro siempre está parada en el patio trasero. Ve tú, a la fábrica y busca a Mamá, yo me encargo de rescatar a Violet. No podemos abandonarla.
—No puedo dejarlos aquí.
—Si no lo haces, ¿quién nos podrá ayudar?
— ¿Y si no los vuelvo a ver?
—Claro que si nos veremos de nuevo. —le respondo para que se calme y se vaya.
Ella respiro profundo. —Yo la entendía, yo también tengo miedo de no verlas, de no saber nuestros destinos en manos de esos sujetos. Ni siquiera sé quiénes son esos tipos. Entonces la abrazo y la miro a los ojos, al mismo tiempo que empiezan a darle hachazos a la puerta principal.
—Cuando enciendas la Pyro te vas por la izquierda, derecho, llegarás a la autopista para ir al distrito 2. Sálvanos. —le indico.
Ella me abraza de nuevo.
— ¡Vete!
Ella sale corriendo por la parte de atrás. Al parecer los Hombres-cabras no saben que hay una salida por atrás. Sally abre la puerta, y da una mirada hacia mí. El hombre abre un agujero a la puerta y se da cuenta de la salida.
— ¡Están escapando por atrás! —grita el sujeto del hacha—.
Los acompañantes corren hacia el patio trasero, rodeando la casa; uno por la izquierda y dos por la derecha. Yo apago la luz, quedamos en una oscuridad absoluta. El sujeto trata de hacer un hueco más grande con el hacha. Sally corre hacia la moto. Al ver la acción de mi hermana voy detrás de ella. Al salir al patio la puedo ver montada en la moto, probando llaves para encender la Pyro que reposaba al lado de un árbol de cerezos.
— ¡Apresúrate, le están dando la vuelta a la casa! —le grito—.
A mi hermana le atacan los nervios, prueba una llave que resulta ser incorrecta. Yo me desespero. Vuelve a suceder lo mismo con dos llaves más. Aparece uno de los sujetos por la izquierda. El otro tipo logra abrir un agujero en la puerta lo suficientemente grande como para meter la mano hacia adentro para abrir la puerta.
— ¡Ahí vienen! —Grité de los nervios—.
Consigue la llave que enciende el vehículo, arranca. Llegan los otros dos por la derecha empiezan a correr detrás de ella, dos de ellos empiezan a dispararle dardos, en el mismo momento en que el sujeto del hacha abre la puerta y me apunta con su arma. Me quedo congelado. El hombre no se fija que en el suelo estaba Isaac sedado y se tropieza en medio de la oscuridad, mientras lo veo caer lentamente hacia el suelo y acto seguido, el arma se le desprende de las manos y se desliza por el pasillo hasta quedar más cerca de mí, que dé Él, al mismo tiempo que unos de los dardos que disparan los sujetos que persiguen a mi hermana, logra darle en la espalda, lo que la hace perder el equilibrio y caer sobre el césped. Veo el arma, pero también a los tipos alcanzar a Sally para llevársela. Volteo hacia la otra cosa que está tirada en el suelo, mirándome fijamente detrás de esa mascara de cabra, yo también me centro en el por unos segundos, pero luego dirijo mi atención hacia el arma. El intenta ponerse de pie mientras voy hacia la pistola de dardos, la tomo y cuando este logra ponerse de pie, le disparo en el pecho. Este dura unos segundos parado, pero cuando da un paso me sorprendo; cae de nuevo. Me tiemblan las manos sin poder controlarlo. No sé, si es el miedo o tanta adrenalina que corre ahora por todo mi cuerpo. Estoy muerto de miedo, pero también estoy preocupado y no sé qué hacer. —Piensa un poco—. Tengo un arma sin dardos, un hombre esta sedado, pero los otros tres tienen a Sally y Violet esta…
— ¡Violet! —Pienso en voz alta mientras voy corriendo hacia la puerta que tiene un agujero muy notable, salgo corriendo hacia la camioneta.
Al llegar entro por el lado del piloto, era un carro muy lujoso; con muchos botones dentro y una pantalla en el medio, echo un vistazo en los puestos de atrás. No la veo, entonces salgo y me dirijo hacia la maleta, la veo al abrirla, estaba dormida y enrollada en una sábana. La cargo y me dirijo hacia la casa de nuevo. Entro en la cocina y la escondo dentro de un gavetero de madera que está debajo del mesón, al lado del lavaplatos. Escucho un ruido afuera. Son los hombres que están colocando a Sally en la maleta de la camioneta. Se dan cuenta que la niña no está. Dos de los hombres se dirigen a la casa, yo salgo corriendo hacia la puerta de atrás. Cuando salgo de la casa, estos apenas van entrando del otro lado. Me ven escapar. Me recuerdo de la moto y me dirijo hacia allá. Cuando llevo una gran ventaja volteo y veo a los sujetos salir de la casa, uno de ellos se devuelve. Ya casi estoy llegando hacia la Pyro. Cuando por fin la alcanzo, la levanto y me subo. Como ya tenía la llave, la enciendo. Nunca me había montado en una moto, así que pierdo el equilibrio cuando la acelero, me caigo, pero me vuelvo a levantar de inmediato, volteo y veo que está a unos veinte metros de mí.  Me subo, acelero y me voy por la izquierda; entre la oscuridad del campo. Sólo veo luz en las puertas de las casas, pero del resto es simple oscuridad. De pronto, una luz se acerca hacia mí. Eran ellos en la camioneta. Uno de ellos tiene la mitad del cuerpo afuera de la ventana del copiloto; trata de apuntarme con su arma. Trato de alejarme, pero su auto tiene más velocidad. Veo un árbol cuando ya lo tengo casi en frente, lo esquivo cuando puedo. La camioneta da un giro de noventa grados cuando la esquiva, de modo que queda corriendo de lado, con las puertas en frente; dejándole mejor visión al copiloto para apuntarme y disparar.  —Como son de ruedas esféricas pueden manejar a todas direcciones sin perder la velocidad, ni el control—. Los tengo detrás de mí, con los vidrios abajo tratando de sedarme con sus dardos, disparan unos cuantos que no logran atinar. Falta poco para llegar a la autopista, no me había dado cuenta que pasaría por unos maizales, la camioneta se gira un poco para estabilizarse. Entro por los maizales, me golpean las hojas y trato de taparme con un brazo, después de unos minutos subo una pequeña montañita para quedar en la autopista. La camioneta sale volando desde la maleza y da varias vueltas en si para estabilizarse y frenar. Yo me termino de alejar.
 
La carretera quedaba a dos horas de mi hogar, tenía que recorrer una montaña para llegar al municipio 2. Siempre había viajado por esta carretera de día, pero nunca de noche. Era algo fantástico ver el camino alumbrado por los rayados pintados de verde fluorescente con Oled; una pintura de luces de Neón que suele cargarse con la luz del sol. —Lo sé, porque lo vi en química en nuestro colegio—. Pero lo cierto es que sentía mucho terror por todo lo que ha pasado allá atrás. Yo escondí a Violet, pero me preocupa tanto como a Sally. Aun no sé qué le harán y mi madre es la única que nos puede ayudar. La policía viene aquí una vez cada mil años, siempre están cuidando de los ricos de la ciudad.

Después de pasar más de hora y media en carretera, puedo ver las luces de las grandes fábricas. Tengo aun la preocupación, pero el pálpito acelerado se ha ido tranquilizando. Aunque no sé cómo le explicaré esto a mi madre, sé, que acudir a ella es lo correcto. Empiezo a ver a los trabajadores de la fábrica de zumo de naranja, pero aún están como a mil metros. Tal vez ellos me puedan ayudar. Cuando estoy setecientos metros más cerca, se levanta una cuerda de acero que logra sacarme volando de la Pyro. Doy varias vueltas en el aire antes de caer en el asfalto. Me he hecho una herida en el brazo que arde de puta madre. De los arbustos aparecen dos Hombres-cabras, unos de cada lado de la calle.
— ¡AYUDAAAA! —grito a todo pulmón.
Los sujetos me levantan del suelo bruscamente, mientras yo trato de zafarme de sus manos.
— ¡AYU…
Mi grito es silenciado con la mano de uno de ellos que coloca en mi boca, mientras me hace una llave en el cuello para neutralizarme. El otro saca una especie de bolígrafo, pero más grande; lo coloca en el cuello, siento un piquete de esos de inyección. Empiezo a ver borroso, comienzo a perder fuerza, no siento mi cuerpo y empiezo a caer al suelo.

Al despertar, estoy en una maleta con la boca sellada por una cinta, mis manos están atadas con esos brazaletes que se unen magnéticamente y que nadie puede separar uno del otro. Trato de sentarme, cuando por fin lo logro puedo ver en el asiento del piloto y copiloto a los tipos. Empiezo a mirar hacia la carretera, no logro reconocer el camino; hay muchos árboles, las únicas luces son las del auto. De pronto llegamos a una especie de cabaña donde había más hombres-cabras alrededor de una hoguera. Al lado de la cabaña puedo ver un conteiner rojo, (es extraño). Nos detenemos y unos segundos después mis captores bajan para ir hacia la maleta en donde estoy. Uno de ellos me hala hacia afuera, donde caigo en la tierra. Se acerca un Hombre-cabra de capa roja.
—Debo admitir que diste muchos problemas. —dice, el sujeto de blanco.
Los otros dos me levantan bruscamente.
—Que pretendías Jake, ¿Buscar a tu madre?
¿Pero qué rayos? ¿Cómo sabe mi nombre? Debo admitir que estoy muy aterrado, me empiezan a temblar las piernas.
—Perdieron el tiempo, todo el tiempo. Su madre los vendió por cinco millones de Bitcoins, para irse a vivir al distrito uno, con los ricos.
No podía creer lo que estaba escuchando. Mi madre que se supone nos amaba, nos entregó a estos hombres. Uno de los que me sujetan del brazo me quita la cinta de la boca de un jalón. Arde un poco.
— ¡Mentira! —fue lo primero que le grité al hombre—.
Entonces este saca una Tablet transparente que empieza a manipular, después de varios minutos me muestra una transacción de cinco millones de Bitcoins a la cuenta de mi madre. En ese momento me sentí desilusionado, no podía creer lo que estaba viendo. Mi madre, la mujer que se supone, nos cuidaría, nos haya abandonado. No sólo eso, que nos haya vendido a estos desconocidos.
—Llévenlo con los otros. —ordenó.
Entonces los sujetos me llevan arrastrando hasta llegar al conteiner y se detienen para abrirla. La misma se encontraba vacía y oscura.  Pensé que me dejarían aquí. Pero de pronto uno presiona un botón y se abre una puerta en el suelo frente a nosotros, se descubren unas escaleras que conducen a un pasillo alumbrado por antorchas. Había celdas enrejadas de lado a lado, con niños y adolescentes encerrados; todos tenían un collar con una luz azul fluorescente que se veía apretado. Antes de meterme en la celda, me colocan un collar y me agrupan con dos chicos más. Cuando ya se han ido a la superficie del lugar y cierran la puerta escucho mi nombre.
— ¡Jake!
Volteo a buscar hacia donde me llamaron, reconozco esa voz.
— ¡Sally! —le grité contento de verla, pensé que no la volvería a ver.
Empecé a buscar en la celda donde estaban los niños a ver si veía a Violet, pero no la veo. Eso quiere decir que no la consiguieron, lo que me hace tranquilizar un poco.
— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? —le pregunte.
—No lo sé, unas horas.
Empiezo a palpar el collar a ver si consigo la manera de quitármela. Siento la mirada de un niño gordo y una negrita que están en mi celda.
—Es imposible quitársela, nadie ha podido. —me menciona la chica—.
— ¿Para qué es?  —Le pregunto—.
—Son rastreadores. —Responde el gordito—.
— ¿Rastreadores?
—Sí, lo usan para saber nuestra ubicación y cuando estamos lejos del perímetro da una descarga que te paraliza.
—Vaya, ¿Y sabes quiénes son? —le pregunté refiriéndome a los Hombres-Cabra—.
—Ellos… Algunos le dicen Satanistas y otros Los Traficantes. Estos tipos Trafican niños, nos venden como esclavos para los del municipio uno, a las niñas las prostituyen, a algunos los usan para vender sus órganos y los más pequeños son usados como ritual de sacrificio.
Siempre escuché a muchos hablar sobre esto, pero pensé que sólo era un mito; pero ahora sé, que tan real es.
— ¿Han intentado escapar de aquí? —volví a preguntar—.
Ambos se miraron y luego el chico sacó de su bolsillo un dardo.
—Tengo esto para usarlo en el momento preciso.
No iba a esperar a que ese momento llegase, tengo que salir de aquí.
—Debemos usarlo hoy.  —le propuse—.
Ambos se miraron la cara y me preguntaron en coro:
— ¿Hoy?
— ¿Acaso tienes un plan? —preguntó ella—.
No tengo un plan, pero tenemos un dardo que es suficiente. Sólo tengo que esperar que venga uno de esos sujetos.


Habían pasado más de una hora y me había pasado todo ese tiempo averiguando cómo desactivar este collar. Miré hacia donde estaba Sally dormida, como todos los demás, pero yo no. Yo estaba esperando que bajasen mi colchón para dormir, como todos los que estamos encerrados aquí. Ese sería el momento perfecto.

De pronto se abrió la puerta y baja un Hombre-cabra con mí colchón, cuando se acerca para darme la colchoneta, aprovecho para enterrarle el dardo en el brazo en un movimiento preciso. Lo logro —el sujeto grita de dolor— trata de escapar dirigiéndose lo más rápido que puede hacia las escaleras, pero cuando va por la mitad del pasillo, cae. Todos los niños se levantan y los que están cerca de él, lo revisan. Uno consigue el juego de llaves de las celdas, la abren y mientras vigilan que no venga nadie por las escaleras, comienzan a abrir las celdas una por una hasta llegar a la última donde estoy yo. Antes de hacer algo rodeamos al Gordito para que nos de las instrucciones:
—Amigos, hoy será nuestra gran oportunidad de ser libres. Pero para eso, cuando salgamos del conteiner debemos separarnos y correr hacia el bosque, escóndanse antes de que activen los collarines y los puedan atrapar.
Yo en ese momento tomo por el brazo a Sally y la aparto de la reunión para darle mis propias instrucciones:
—Al salir busquemos la camioneta, esta tiene piloto automático; solo debemos programar la ruta y nos llevará sin problema en caso de que nos electrocuten con los collares.
—De acuerdo Jake, espero mamá nos pueda entender. —Me responde ella.
Yo no le podía contar lo que mi madre ha hecho, ella nunca puede saber que por nuestra madre estamos aquí. Así que sólo le abracé. Al voltear hacia la multitud, veo a todos asentando con la cabeza al Gordito que en ese momento cruza miradas conmigo dando una seña de que ya están listos. A continuación, todos subimos corriendo las escaleras hasta pasar hacia el conteiner, donde la puerta está abierta. Al salir quedamos expuestos a los Hombres-cabras que están afuera con su ceremonia. Al vernos se sorprenden, pero de inmediato comienzan a ir detrás de nosotros.  Sally y yo miramos a todos lados buscando la camioneta. Puedo ver a muchos niños adentrarse en el bosque, otros siendo correteados por estos hombres. Siento una palmada en mi hombro.
—Debemos buscar la camioneta. —me recuerda mi compañero de celda.
Este sigue corriendo hacia una dirección. Miro hacia la hoguera y veo el esqueleto calcinado de un niño. Uno de los tipos se da cuenta de nuestra presencia, mi hermana y yo nos separamos corriendo hacia direcciones distintas; puedo ver que capturan a un niño. Veo el vehículo camuflado en la oscuridad de cerca de la cabaña. Empiezo a buscar con la mirada a Sally, pero no la encuentro; los Hombres-cabras se adentran al bosque. Uno viene hacia a mí, me dirijo hacia el bosque corriendo. Empiezo a correr en la oscuridad, esquivando árboles y plantas, escucho que mi cazador viene detrás de mí. El corazón me palpita tan rápido que siento que se me va a explotar. No tengo ni puta idea de hacia dónde estoy corriendo. A lo lejos escucho un grito de alguien pidiendo ayuda. Veo un gran árbol que utilizo para esconderme detrás, el tipo sigue de largo, yo sigo corriendo hacia a la derecha de la dirección original. Me preocupo por Sally, así que busco regresar. De pronto frente a mi veo a una chica corriendo hacia mi izquierda, me tropiezo con el sujeto que perseguía a la chica y me toma por el brazo. Yo le pateo con la punta de mi zapato en la entre pierna, el individuo se dobla de dolor y yo inicio otra carrera. Logro salir hacia un camino. Parece ser el mismo por donde llegué en la camioneta. Veo a lo lejos una luz que viene hacia a mí. Me asusto. No puede ser que me hayan capturado de nuevo. Efectivamente, es la camioneta y se frena frente a mí. Al bajarse el vidrio donde viaja el piloto, se asoma el Gordito.
— ¡Súbete! —me ordena apresuradamente—.
De copiloto estaba la Negrita, así que me abren la puerta de atrás.
—¡¡JAKE, ESPERA!! —logro escuchar un grito a lo lejos que logro identificar que le pertenece a mi hermana.
—Es mi hermana, espera. Le indico al piloto que me miraba como pregúntame, “¿Quién es?”
Le hago señas a Sally para que corra, esta viene corriendo hacia a mí; pero de pronto, de un árbol aparece un Hombre-Cabra y la captura. Yo trato de ir a salvarla, pero aparecen dos más.
— ¡Vete Jake, ve con mamá! —Me ordena mientras se la llevan y le veo salir una lágrima de sus ojos—.
Yo me quedo inmóvil y una lágrima también se me salé.
— ¡Súbete, no tenemos tiempo! —me recuerda el copiloto—.
No tenía opción, tengo que regresar a casa para saber si Violet está bien. Me subo a en el Auto y el piloto acelera. Rompo a llorar. No sé qué rayos le harán ahora que se intentó escapar, si algo le llega a suceder será mi culpa.
— ¿A dónde iremos? —pregunta, mi ahora nuevo amigo—.
—Debemos colocar el piloto automático antes de que los collares nos paralicen. —sugiero—.
Entonces me acerco a la pantalla que está en el centro del tablero y configuro el auto en piloto automático dándole mi dirección en el municipio tres, exactamente a mi dirección. De pronto, entra una video llamada en la pantalla. La atiendo. En la pantalla podemos ver al Hombre-Cabra de blanco:
—No saben lo que acabaron de empezar, ¿Creen que ya se libraron de nosotros? En realidad, ¡no! Estamos en todos lados, vigilándoles. No podrán llegar muy lejos con esos rastreadores, disfruten de la libertad, cuanto puedan.
Entonces se cuelga la llamada. Nosotros nos miramos un poco asustados, pero ese miedo se convierte en dolor cuando los collarines comienzan a dar una descarga de electricidad y nos quedamos paralizados; la camioneta toma el control. Puedo ver el amanecer en el camino y me quedo dormido.
 
Al despertar nos encontrábamos estacionados frente a mi casa. Despierto a mis compañeros.
—Lo logramos. —Dice el Gordito levantando su mano para estirarse—.
Todos reímos y nos abrazamos, pero al terminar volvemos a tornarnos serios. Pues nosotros habíamos hecho un trato, yo le sacaba de aquella prisión y él nos traía a casa.
— ¿Vendrás con nosotros o te iras? —pregunta—.
—Me quedaré, tengo una hermana que cuidar y a otra que rescatar.
—espero verte de nuevo amigo, yo también tengo que ir a buscar a mi familia.
Nos abrazamos y abro la puerta para bajarme.
—Por cierto, ¿Cuáles son sus nombres? —pregunté de curiosidad.
—Sanders y ella es Valeriam.
Entonces terminé de bajar y segundo después, se fueron alejando en la camioneta, hasta perderlos de vista. Recordé que dejé a Violet, con el Viejo Isaac. Me dirigí hacia su casa corriendo. Al llegar toco su puerta y luego de unos segundos el anciano abre la puerta.
—Jake, hasta que apareces. Unos ladrones entraron a mi casa, me adormecieron con un dardo y se robaron la Pyro, cuando desperté ya se habían ido, pero tu hermana estaba en la cocina. Fui a su casa, pero instruí que paso algo, porque la casa estaba toda desordenada. —Me cuenta apenas entré—.
Veo a mi hermana sentada en su comedor, desayunando esos cereales que tanto le gusta, me siento más aliviado. Voy y la abrazo fuerte.
—Suéltame Jake, me estas oficiando. —me gruñe.
¿Cómo le explico lo que ha sucedido? ¿Cómo le cuento que ahora seremos nosotros dos? Estos tipos estarán detrás de nosotros ahora. Aun no creo que, en menos de veinticuatro horas, perdí a una madre y a una hermana.

Después de contarle todo lo sucedido a Isaac, este se ofreció a ayudarnos, así que hablo con un hombre llamado Sasuke Takeshi. Este hombre se comprometió en darnos refugio mientras buscamos la manera de encontrar a mi hermana. El anciano nos explicó que el Sr Takeshi tiene un refugio donde le dan entrenamiento a los huérfanos de todo Villeone, hubicado en un lugar secreto. Por lo tanto, estaríamos más seguro con él, que estando aquí solos.

Tres días después, el señor Takeshi, un hombre de ojos achinados, barba blanca y bajo de estatura, apareció en un auto. Mi hermana y yo nos sorprendimos. Llegaba con Issac. Nosotros ya teníamos todo preparado para irnos. Después de explicarnos que con el estaremos seguros en una localización secreta y de que se trata su iniciativa, aceptamos ir con él.

No sé en qué nos estamos metiendo, pero juro por Dios que iré por mi hermana, solo espero que no sea tarde.

CONTINUARÁ…